¿POR QUÉ EL PUEBLO HEBREO NO DEJÓ NI RASTRO EN EL ANTIGUO EGIPTO?

Comenzamos con la primera pregunta hacía el Doctor Campagno , agradeciéndole de antemano el gran placer de poder leerle.
Es posible que ni Abraham, ni Moisés ,ni el pueblo hebreo en general, dejaran ni rastro en el antiguo Egipto, pese a ser éste el escenario de gran parte del Antiguo Testamento. Esta pregunta fue contestada parcialmente por Sigmund Freud «Si Moisés fue egipcio, si transmitió su propia religión a los judíos, fue la de Akenaton, la religión de Aton» y dos historiadores franceses de religión judía llamados Roger y Messod Sabbah, autores de «Los secretos del Éxodo» tras 25 años de exhaustivos estudios filológicos, lingüísticos y arqueológicos concluyeron que los judíos aquellos, eran egipcios y esq ue sólo así se puede explicar dos cuestiones:
1) Que el pueblo hebreo en general, no dejaran ni rastro en el antiguo Egipto.
2) Que los expulsados pudieran instalarse en Canaán, administrada por Egipto durante gran parte de su historia, sin que la autoridad faraónica dijera ni una palabra.
Según Roger y Messod, el famoso Éxodo bíblico fue la expulsión de Egipto de los habitantes monoteístas de Aket-Aton. Ésta era la ciudad de Akenaton y de su mujer Nefertiti. Akenaton (que podría ser Abraham o Moises) adoraba a un solo Dios y era, por lo tanto, monoteísta. Le sucedió Tutankamon y, a éste, el faraón Aï, que reinó del 1331 al 1326 a.C. Fue precisamente este último faraón, furibundo politeísta, el que dio la orden de expulsar del país a los habitantes monoteístas de la ciudad de Aket-Aton. Los egipcios expulsados hacia Canaán, (provincia situada a 10 días de marcha desde el valle del Nilo), no se llamaban hebreos, sino yahuds (adoradores del faraón) y, años después, fundaron el reino de Yahuda (Judea). A partir de este descubrimiento, ambos investigadores descifran el libro del Génesis y comprueban que reproduce punto por punto la cosmogonía egipcia. Y es que la Biblia, al hablar de Abraham, respeta el orden cronológico de la vida del faraón monoteísta y refleja su biografía en perfecta sintonía con la egiptología: desde el sacrificio de su hijo a la ruptura con el politeísmo, pasando por la destrucción de los ídolos o las intrigas entre sus esposas. Sólo así se explicaría el hecho de que no se hayan descubierto en los jeroglíficos egipcios testimonios de un pueblo que vivió 430 años en Egipto (210 como esclavo) bajo distintos faraones. Los investigadores franceses sostienen que Abraham, Moisés, Sara, Isaac, Rebeca, Jacob o Israel ocultan nombres y títulos de la realeza egipcia. Para estos investigadores, Aaron, el hermano de Moisés, era el faraón Hormed y dicen que el propio Moisés era, en realidad, el general egipcio Mose (Ramesu), que después se convertirá en Ramsés I y Josué, el servidor de Moisés, es su primogénito y se basan en que ambos comparten los mismos símbolos (la serpiente y el bastón, los cuernos y los rayos) y un mismo destino: servir de acompañantes a los disidentes a través del desierto.

RESPUESTA DEL PROFESOR
Estimados,
se me estaba pasando responder este mensaje. Los problemas de las relaciones entre Historia y Biblia son numerosos, y dependen básicamente del hecho de aceptar o no el texto bíblico como algo que aporta información verídica (en términos del discurso histórico) sobre el pasado de la región. Por supuesto, la Biblia habla de un pasado, pero se trata de un pasado pensado en clave religiosa y, aunque quienes lo formularon creyeran absolutamente en él, no necesariamente constituye, de no haber otras líneas de inferencia, información propiamente histórica. El principal problema del Éxodo es que no hay nada que, por fuera de la Biblia, demuestre que tal cosa tuvo lugar. Es verosímil pensar que los grupos pastores de aquellas épocas se movían por el Sinaí, pudiendo ingresar y egresar del valle del Nilo (hay un texto egipcio en el que un funcionario de frontera alude a la autorización dada a uno de estos grupos para pasar con sus animales). Y es probable que la percepción de la existencia de Egipto por parte de esos grupos haya influido en sus relatos religiosos. Pero en concreto, no existen pruebas de la existencia histórica de Moisés ni de un episodio de huída de hebreos de Egipto. A mi modo de ver, las asociaciones con Akhenaton, por la vía de su concepción monolátrica, es tan especulativa como aquella otra que los asocia a la expulsión de los hicsos. No hay ninguna evidencia de que los egipcios hayan expulsado parte de su población luego de la restauración del establishment político y religioso a la muerte de Akhenatón ni referencia alguna una población «egipcia» viviendo desde entonces en Canaán. Para comprender estos relatos religiosos hay que centrarse en su valor aleccionador para los hebreos del I milenio a.C. en Canaán. Es claro que debían tener una percepción de la existencia de un «Otro» poderoso en el valle del Nilo y es muy probable que se contaran relatos de las experiencias de quienes estuvieron allí, probablemente como pastores. Históricamente hablando, no se necesita mucho más para comprender esas dinámicas.

Marcelo Campagno

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