LA VERDAD SOBRE LA RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO : PROFESOR PIÑERO VS ERUDITOS CREYENTES (8)

Querido Profesor,

La aparición de Jesús post mortem no es como las de Garabandal, Fátima o Lourdes, algo efímero, prácticamente etéreo, incluso lejana sino que estamos hablando de un Jesús que convive durante jornadas enteras con los apóstoles ¿como puede entenderse que los testimonios apunten a que Jesús convivió con los apóstoles, comió con ellos, pescó con ellos, durmió con ellos y como refleja Lucas del cuerpo que tiene en ese momento Jesús que es de carne y huesos?

Maria Isabel Espejo

 

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Comentario del Profesor Piñero:

Querido Matías:

Los testigos son varios y las acciones narradas sobre la interacción con e Resucitado han de ser verdaderas

 

Puntualizamos acerca de su respuesta a las cuestiones de a semana pasada

1) La resurrección de Jesús no es algo encima de una montaña una visión fugaz de unas pastorcitas sino vivir durante días con Jesús comiendo pescando durmiendo y conversando

 

RESPUESTA:

Sin duda esto es lo que dicen los textos evangélicos compuestos entre el 70 al 100 (muerte de Jesús hacia abril del año 30 o 33), como ustedes mismos aceptan. El caso del capítulo 21 del Evangelio de Juan es cronológicamente más tardío aún: prácticamente el 99% de los comentaristas técnicos, incluidos o confesionales, sostienen que es un texto posterior añadido al Cuarto  Evangelio que termina en el cap. 20.

La cuestión es la poca credibilidad histórica de tales testimonios. En mi opinión, y en la de casi todos los autores técnicos independientes, se trata de apariciones legendarias, cuya credibilidad histórica es prácticamente nula. Lo de dormir, pescar, conversar, comer con él son meras leyendas piadosas construidas en el paso del tiempo por una tradición que aumenta y magnificada, eso sí tras unas cuantas “apariciones” ciertamente “verdaderas” desde el punto de vista psicológico y psiquiátrico. Tales apariciones subjetivamente “verdaderas” comenzaron por las mujeres del grupo, las  primeras en recibir una aparición de Jesús según Mateo 28,9, las cuales convencieron a los varones del grupo de que habían visto a Jesús.

Ocurre lo mismo que con el “secreto mesiánico”, ordenado por Jesús (no se puede decir que /él es el mesías hasta su muere y resurrección): ¿Qué sentido histórico tiene que el mesías verdadero, por hipótesis, venido ya al  mundo oculte su identidad hasta que haya muerto y resucitado? Además, ordena esa ocultación tras sanaciones públicas, tras las cuales la ocultación era imposible. Por tanto el “secreto mesiánico” es un mero artificio literario, inventado por el evangelista Marcos, o su tradición,  que intenta explicar cómo el mesías, tan maravilloso, pasó como tal casi desapercibido.

Es absolutamente increíble que el mesías universal, sí, de toda la humanidad se aparezca solo a sus discípulos y seguidores convencidos. Es absolutamente inverosímil desde el punto de visa de una estrategia divina de una misión universal de predicación y conversión de todos los pueblos y gentes (Mateo 28,20). Yo lo veo imposible como historiador.

 

2) Alucinaciones individuales o colectivas pueden darse sin duda, pero no encontrará usted en toda la historia de la psiquiatría que la misma alucinación la tengan personas distintas que no se conocen sobre un hecho idéntico con alucinación idéntica y un mensaje idéntico en personas distantes en tiempo y espacio.

 

RESPUESTA:

 

La “alucinación”, según el Evangelio de Juan 20, comienza por María Magdalena. Luego viene la historia de la tumba vacía, testimoniada por Pedro y Juan. ¿Tenemos que creer esos testimonios escritos 70 años después de la muerte de Jesús? Y ¿testimonios sobre eventos sobrenaturales, que no son el campo del historiador, sino de la fe y a teología? Por mi parte no lo veo lógico.

 

Psicológica y psiquiátricamente la explicación de los testimonios de apariciones de Jesús a diversas personas y lugares, comienza por una sola persona (Evangelio de Juan), luego por varias otras personas (tres o quizás cuatro), también mujeres (Evangelio de Mateo),  y sigue luego por otras personas.

 

El punto fuerte a considerar es que psicológica y psiquiátricamente las alucinaciones colectivas comienzan a sí, por una sola persona (o pongamos por tres; los demás la / las creen). Luego el paso del tiempo se encarga de aumentar ese núcleo individual o semi individual por la introducción expansiva de otras varias en pequeños grupo, luego sea aumenta el tamaño del grupo (quinientas personas según Pablo en 1 Cor 15,6 (sin acción ninguna; mera aparición) y luego se añaden acciones, como comer o pescar juntos (de dormir no se habla) pasados muchos años de magnificación  popular de la primera o primeras tradiciones.

 

Lo mismo ocurrió con la figura de Simón Mago. En Hechos de los Apóstoles 8 (compuesto a inicios del siglo II) se narra el enfrentamiento verbal de Simón Mago con los apóstoles, y su arrepentimiento pero ningún milagro. 70 u 80 años más tarde –según los Hechos Apócrifos de Pedro (véanse en la serie, de la B. A. C.: estos Hechos se componen hacia el 180) editados por Gonzalo de Cerro y por mí en edición multilingüe–, los discípulo de Simón habían magnificado tanto su figura que se narran por lo menos quince o más milagros de  Simón. Mutatis mutandis lo mismo pasa con la resurrección de Jesús (que repito no es un hecho histórico, sino teológico): de la aparición a una mujer, o tres o cuatro (que considero ya alucinación colectiva) se pasa a más gente  y a más acciones, distintas de la mera aparición.

 

Conocemos demasiados casos parecidísimos en la historia de las religiones, decenas de ellos, como para creer en la historicidad de tales apariciones cuyos actantes y acciones aumentan –son magnificados– a medida que pasa el tiempo.

 

Conclusión: de nada me valen  los argumentos en pro de las apariciones del Resucitado que hablan de varias personas y varias acciones. Sostengo que todo es explicable perfectamente por la psicología y la psiquiatría a partir de un núcleo pequeño (una;  tres o cuatro personas), núcleo mínimo luego ampliado hacia otras personas y otras acciones. La Historia de las Religiones con sus casos parecidos invitan al escepticismo y a la prudencia.

 

 

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RESPUESTA FEBRERO 2024

Querido Matías:

He dicho muchas veces y ahora lo repito, que las descripciones de la actividad de un Jesús resucitado, muy escasas, en realidad ninguna, en el primer evangelio cronológicamente hablando el de Marcos, pero que va aumentando en los Evangelios siguientes, en el de Mateo, Lucas y sobre todo en el de Juan, no tienen valor histórico alguno.

 

Estos Evangelios describen la resurrección y sus apairiciones con más detalles para responder a las dudas que presuntos antagonistas paganos del cristianismo les formulaban, ya que en el mundo pagano, todas esas acciones de Jesús podían leerse de las apariciones en la tierra de Zeus o de Hermes.

 

Si alguien cree al pie de letra lo que dicen esos textos evangélicos, tan tardíos, compuestos entre 35 o 45 años después de la muerte de Jesús, cuando ocurre que no hubo ningún testigo directo de la resurrección, sino solo narraciones de apariciones, textos evangélicos escritos para dar respuesta a objeciones de increyente paganos en Jesús, allá cada uno. Pero desde el punto de vista de la metodología histórica no es razonable.

 

Los historiadores de hoy día incluidos los católicos, no creen que esos relatos contengan ningún hecho histórico. Por tanto no se le concede valor histórico alguno como prueba. Solo afirman que sigue siendo una cosa de fe. De creer en algo que no vimos. Y nada más. Y eso es fe, teología y no historia.

 

Hablar de la resurrección de un personaje,  y de sus acciones y apariciones tantos años después de su muerte no vale nada, absolutamente nada,  a los ojos de un historiador.

 

Siento mucho decirlo. Pero así es.

 

Saludos cordiales de Antonio Piñero

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