LOS OVNIS Y LA BIBLIA SEPTIMA ENTREGA

LOS OVNIS Y LA BIBLIA SEPTIMA ENTREGA

7ª entrega  de “La Biblia y los ovnis”

Decía en la entrega anterior:

«La Biblia es una relación de hechos portentosos, no cabe duda de que en ese aspecto pertenece al género legendario, pero también es una inmensa colección de hechos históricos. Entonces, realmente, aquí tendríamos que preguntarnos si todo esto que hemos dicho es veraz o no. La respuesta: una breve historia de cómo se compuso la Biblia nos ofrecerá las pistas oportunas».

 

Pregunto entonces: ¿Cómo se compone la Biblia?

 

Voy a examinar especialmente cómo se compusieron los cinco primeros libros, que son el Pentateuco, el núcleo de la ley de Moisés que presenta varios pasajes interpretados como ovnis en acción. Pues bien, la Biblia hebrea es un conjunto de códigos legislativos, datos históricos, poesía, sabiduría proverbial, hechos portentosos y leyendas muy antiguas, cuyo origen puede remontarse quizás a los siglos XVIII/XVII a. C., como las leyendas sobre Abrahán que hablan de la vida de pastores de ese tiempo en el Medio Oriente. La parte más antigua de la Biblia es sin duda el conjunto formado por los cuatro primeros libros: Génesis, Éxodo, Levítico y Números.

 

La investigación actual sigue conservando, aunque con muchos matices, la idea de principios del siglo pasado de que estos libros se compusieron en tres estratos, o mejor, por la actividad de tres manos, tres personajes misteriosos que recogieron tres estratos de leyendas, etc., tanto propias como tomadas de otros pueblos―el sumerio y acadio―, como La epopeya de Gilgamesh, etc., y algunos datos históricos del propio pueblo y de los de alrededor.

 

La primera mano es la del llamado redactor J, denominado así porque llama a Dios siempre «Yahvé». Se cree que realizó su compilación en torno a la mitad del siglo X a. C., es decir, en el reinado de Salomón, y que representaba el pensamiento teológico del reino de Judá en el sur;

 

La segunda mano es la del redactor E, que denomina a Dios 20 «Elohim» ―literalmente «dioses», pues al principio se refería a Dios uniéndolo con su corte de dioses menores― y que representa el pensamiento del reino de Israel, al norte ―Samaría y Galilea―. Esta mano debió de realizar su tarea por la misma época o un poco más tarde, a finales del siglo X o en el IX, pero sin pasar del 720, que fue el momento en el que la capital, Samaría sucumbió ante las tropas del rey asirio Salmanasar.

 

La tercera mano es la de otro redactor, sacerdotal, también anónimo, que se dedicó a recopilar fundamentalmente leyes que se había ido dando el pueblo, y cuya fecha de actividad es un poco posterior a los otros dos ya nombrados J y E, en torno al siglo VIII. Y hubo una cuarta mano, que fue la de un personaje ―o mejor un grupo―que al bloque primitivo resultante de las tres manos anteriores añadió un nuevo código legal, que hoy llamamos Deuteronomio.

 

Este código, tal como se rehízo en el siglo V a. C.  contiene un resumen de todas las regulaciones anteriores y narra parte de la vida de Moisés, sobre todo su final. Quizá sea este código, el Deuteronomio, el mencionado en un relato en la Biblia que cuenta que en tiempos del rey Josías de Judá (640-609 a. C.) el sacerdote Jilquías encontró en el Templo de Jerusalén un misterioso códice de la Ley divina. En efecto, muchos investigadores opinan que ese libro misterioso es precisamente el núcleo, o una primerísima edición, del Deuteronomio. Por tanto esta primera edición sería e núcleo más antiguo de los cinco primeros de la Biblia, el Pentateuco

 

Sabemos, además, que a partir del siglo VIII a. C. comenzaron a recopilarse oráculos de profetas famosos en la época o posteriores: Isaías, Oseas, algunas partes de Amós… Por tanto en el siglo VII, época del rey Josías, empieza a recopilarse el núcleo de lo que luego será la Biblia, pues las leyendas, historias, leyes y oráculos proféticos comienzan a ser venerados por sacerdotes, escribas y el pueblo como pa21 labra divina expresada a través de los hombres y su historia.

 

A partir de este momento, s. VII a. C., comienza el desarrollo «moderno» de la Biblia hebrea. Fíjense en el espacio temporal que hay entre las leyendas en torno a Abrahán, siglo XVIII o XVII a. C. y su recogida formal en el siglo VII: ¡son diez siglos! Es que cuando nosotros estudiamos el resto de la Biblia, quitando algunos salmos, proverbios —que probablemente vienen de Egipto—, el Cantar de los Cantares —que puede estar copiado parte de Egipto— y algunas partes más de la Biblia, nos encontramos con que toda la historia de Israel, toda la historia de 1-2 Samuel, de David y Salomón, y de 1 y 2 Reyes, toda la historia de los reyes de Israel y de Judá, asombrosamente está escrita por la misma mano que ha compuesto el Deuteronomio.

 

Ahora bien, como es imposible que todas esas historias se hayan compuesto por una sola mano, y además tenemos como prueba las diversas ediciones, de las que hablaré más tarde, del texto bíblico, resulta que hubo —como deducción de toda la ciencia bíblica— una serie de manos que formaron una escuela que se ha venido a llamar ahora «deuteronómica», y que no hizo otra cosa que recoger todas esas leyendas anteriores a la época del rey Josías y componer toda la historia de los reyes de Israel, de David y de Salomón, desde el 622 en adelante, hasta aproximadamente el siglo IV a. C.

 

¿Qué conclusión sacamos de esta deducción que hace la ciencia filológica? Pues que si la primera parte, toda la historia de los patriarcas, el Éxodo, la conquista de Canaán, estaba probablemente recogida antes de Josías, y son fundamentalmente un conjunto de leyendas, lo más probable es —y esta es la hipótesis de la investigación media hoy día— que en tiempo de Josías y posterior, todo lo que era anterior al rey Josías se escribió pensando en cómo Israel quería que hubiese sido su pasado. Es decir, inventando una conjunción de todas las leyendas anteriores de tal manera que de esa conjunción naciera una identidad del pueblo de Israel.

 

Y si la misma escuela deuteronomística escribió toda la historia de los reyes posteriores ―menos lo sapiencial, que o bien nace del pueblo, o como hemos dicho viene de influjo de Egipto, o de otras culturas―, la deducción de la ciencia bíblica de hoy es que lo que se escribe después por mano de esa escuela deuteronomística tiende exactamente a lo mismo: a fundamentar la identidad de Israel tal como quiere que sea Israel en el futuro, reflejado en lo que le pasa a sus reyes del pasado.

 

Tenemos, pues, un eje ―el tiempo histórico del reinado de Josías del siglo VII a. C.― que recoge hacia atrás una serie de historias y leyendas, y que proyecta hacia adelante, igualmente una serie de historias que contiene un montón de temas que pueden ser también en sí inverosímiles. La pregunta es: ¿por qué precisamente en la época de Josías, y por qué la Biblia se construye mirando hacia atrás, y mirando hacia el futuro?

Eso lo contestaremos el próximo día

 

Saludos cordiales de Antonio Piñero

 

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